La siguiente historia nos sitúa en el hermoso estado de Guerrero, en donde la enigmática figura de La Llorona ocasiona la locura y muerte de aquellos caballeros que pretenden y enamoran a las jóvenes nativas de esa región.
La Llorona de Guerrero
Eran los primeros meses del año 1800 cuando un apuesto joven español llegó a Guerrero para hacerse cargo de la extracción de todos aquellos materiales que se encontraban en las minas de Taxco, su nombre era Martín de Villavicencio.
Una tarde al deambular por la plaza del lugar, se topó cara a cara con una joven nativa del estado y rápidamente se enamoró de ella pues al verla por primera vez quedó impactado por sus enormes y expresivos ojos castaños; además era sumamente hermosa, aparte de gentil y bondadosa.
Una noche Martín decidido a conquistar a aquella doncella que había robado su corazón, le llevó serenata hasta la ventana de su habitación y esperaba ansioso la hora en que ella se asomara; sin embargo lo que vio aparecerse por el cristal de la ventana lo dejo atónito pues era la figura espectral de una mujer cubierta con un manto blanco de pies a la cabeza.
El caballero sintió un frió estremecedor y que la piel se le erizaba pues conforme ponía atención a este ser, descubrió unos pies carcomidos y enlodados pero el espanto fue aún mayor al vislumbrar que esta figura era una calavera con pedazos de piel en putrefacción lo que desprendía un olor nauseabundo.
Esta mujer infernal lo tomó del brazo y lo condujo hacia los matorrales de la casa de su amada.
-No tengas miedo – exclamo la calavera- Yo también fui una joven que recibía miles de halagos y canciones como tú lo haces.
Martín estaba impactado ante lo que estaba viendo y no podía moverse ni emitir una sola palabra.
-Yo también recibí una propuesta de matrimonio, me regaló hermosos diamantes, finas y suaves telas de países lejanos; pero el cruel caballero, una vez que yo quedé enamorada de él, me abandonó y no le importó el hijo que esperábamos. ¿Quieres saber que paso con el ser que llevaba en mis entrañas? Lo desollé y lo tire en un lago. Desde aquel fatídico día vivo penando en su búsqueda, implorando el perdón y rogando por su alma.
La mujer soltó del brazo a Martín y se deslizó suavemente por el campo, alejándose hasta quedar convertida en un punto grisáceo.
Después de esa noche, el joven español permaneció enfermo por un largo tiempo. Del fuerte y gallardo caballero solo quedaba una figura cadavérica y sin vida. Después de unas semanas de agonía, Martín murió y ni su amada y su familia comprendieron cual fue la causa de tan misteriosa muerte y cansados de buscar alguna respuesta, lo único que pudieron concluir fue que había enfermado de malaria por sus visitas a la minas de Taxco.
Pasaron unos días cuando los Condes de Villavicencio asistieron al funeral de su único hijo y se percataron que en su brazo izquierdo había una marca de unos dedos cadavéricos en tonos rojizos.
Cuentan que cerca de la tumba de Martín Villavicencio, se aparecía una figura insólita que deambulaba enloquecidamente seguido de un terrorífico quejido.
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