El campanario maldito

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En la Ciudad de México existe la leyenda de un campanario que según relatan está maldito, ya que la gente cercana al templo, dice que en dicho lugar se aparece un espectro ataviado de negro en forma de monje que en varias ocasiones espanta a los clérigos que ahí viven, por lo que la mayoría de sus habitaciones se encuentran vacías.

Se cuenta que, en una ocasión, hace más de medio siglo, el padre de dicho convento debía recibir a algunos sacerdotes de una iglesia de provincia, por lo que pensó ubicarlos en las mejores habitaciones del lugar.

Historia del campanario

Al arribar los invitados, el anfitrión se dio cuenta de que entre ellos venia también un clérigo que no había avisado de su llegada así que el sacerdote no presto demasiada atención a esto y lo atendió de manera cordial al igual que los demás.

Los invitados cenaron y platicaron durante un largo tiempo, por lo que la noche apareció sin demora provocando el cansancio de los recién llegados.

Muy atento el sacerdote mostró a cada uno de sus invitados los cuartos que les correspondían y como todos ya estaban previamente reservados, le asigno al clérigo no esperado su propio aposento por lo que se fue a dormir al campanario.

Cuando el reloj marcó las doce de la noche un extraño viento comenzó a soplar; poco tiempo después se escuchó un espeluznante ruido que despertó abruptamente a todos los invitados.

Asustados pensaron que algo le había sucedido al padre y decidieron subir al campanario para ver que ocurría pero en ese mismo instante en que ellos ascendían por la escalera, el padre con una gran prisa la bajaba.

Asustados pensaron que algo le había sucedido al padre y decidieron subir al campanario
Asustados pensaron que algo le había sucedido al padre y decidieron subir al campanario

Gran sorpresa se llevaron al observar que el cabello del padre se encaneció repentinamente, su cara tenía un gesto de terror y todo el cuerpo le temblaba.

Ansiosos le preguntaron qué fue lo que había sucedido, a lo que el fraile no quiso responder. Uno de los invitados intento inspeccionar el campanario pero el sacerdote muy exaltado le pidió que no lo hiciera.

Por el estado de sobresalto en el que se encontraba, su voz apenas lograba escucharse; no obstante, en determinado momento logró decir con una voz entrecortada ¡Cierren el campanario!

Se negó rotundamente a narrar lo que había visto e hizo que les prometieran cerrar el campanario para siempre.

Nadie de los presentes lo contradijo y sus órdenes fueron cumplidas cabalmente.

Años después el padre murió llevándose a la tumba el secreto de lo que aconteció aquella terrible noche y no se sabe el porqué de la decisión de clausurar el campanario.

Dice la leyenda que hoy en día aún permanece cerrado por respeto a esa resolución, y que es fácil darse cuenta de cuál es la iglesia ya que no replica sus campanas cuando se oficia una misa.

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