En la maravillosa ciudad de Guadalajara ocurrieron hechos inexplicables durante La Nueva España y una de las historias más famosas se trata de un vampiro que aterrorizo a los pobladores y que actualmente se encuentra la evidencia en el Panteón de Belén
Un Vampiro en Guadalajara
Durante la época de la colonia, la Nueva España se convirtió en una región para los habitantes que venían de Europa y el auge por conocer las nuevas tierras duró bastante tiempo.
De aquí se cuenta que entre tantos viajeros que arribaron al nuevo mundo, se encontraba un personaje muy singular por su aspecto físico, pues era bastante alto, delgado, de tez blanca llegando a pálido y probablemente de origen inglés que siempre vestía de negro.
Después de visitar varias ciudades y hacer largo viajes, decidió establecerse en Guadalajara en lo que hoy se conoce como el poblado de Belén.
Este caballero no acostumbraba a hablar con alguien, vivía solo y no contaba con sirvientes a pesar de darse a conocer como uno de los hombres más ricos de la región.
Pasando el tiempo, la vida de los habitantes empezó a cambiar ya que aparecieron varios animales muertos como vacas, perros, borregos y algunos gatos; y a pesar de que varios hombres se turnaban para vigilar a sus animales, no lograban dar con el culpable.
La situación empeoró cuando días después los crueles ataques incluyeron niños, en donde cinco infantes amanecieron muertos y sin una gota de sangre. Estas horribles agresiones se repitieron con más frecuencia y el número de víctimas aumentaba considerablemente.
La gente sentía pánico; los niños no querían salir a jugar y mucho menos dormir. Cuando empezaba a caer la tarde las mujeres iniciaban los rezos una y otra vez, mientras tenían a sus hijos junto a ellas y esperaban temerosas la noche.
Varias semanas vivieron con el terror, hasta que un buen día los hombres cansados de esconder a sus hijos y ver aparecer niños muertos todas las mañanas, se armaron de valor y con machetes, palos y antorchas decidieron ir en busca del asesino.
De repente, en una casa que se encontraba a las orillas del pueblo, se escucharon unos gritos por lo que se dirigieron hacia ese lugar y al abrir la puerta se encontraron al extraño caballero que vestía de negro, mordiendo a uno de los campesinos quien ya había muerto.
Llenos de valentía rodearon al vampiro, clavándole una estaca directo a su pecho. Al día siguiente fue sepultado y sobre su cuerpo colocaron grandes lápidas de cemento con la intención de que el hombre no volviera a atacar por las noches. Pasaron años cuando las lápidas empezaron a quebrase y un árbol de aspecto siniestro salió de la tumba, resultado de la estaca clavada.
Cuenta la leyenda que el árbol sangraba cada vez que alguien le cortaba un pedazo ya que era la sangre de todas las víctimas asesinadas, las cuales pueden observarse en el tronco del árbol al anochecer.
Asimismo se cree que debe mantenerse con vida pues si llegasen a talarlo o sus raíces se secan, el vampiro regresará a cobrar venganza con los descendientes de aquellos que alguna vez lo mataron.
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